Número uno de ventas durante un
año, el alemán Ferdinand von Schirach (Munich, 1964) ha conseguido
encandilar a la crítica con su primera obra, Crímenes (Salamandra, 2011), además de obtener el prestigioso Premio Kleist.
¡sinopsis! |
Serie de relatos basados en la
experiencia profesional de este reputado jurista alemán.
Cerca de setecientos casos desde que inició su carrera de abogado penalista en Berlín son el
bagaje de vivencias que Von Schirach
ha transformado, con un aguzado instinto narrativo, en una obra literaria de
atmósfera cautivadora.
El lenguaje sobrio y conciso de la búsqueda de la verdad judicial subraya la atención que Schirach fija en los crímenes cometidos por individuos corrientes, dejando que los hechos expongan la realidad con toda su crudeza.
Profundamente original, revelador y lleno de matices, Crímenes plantea el fascinante tema de la escurridiza verdad en los procesos criminales y reflexiona sobre el sentido del castigo, pero, por encima de todo, nos habla con proximidad del ser humano, de su miseria y también de su grandeza.
El lenguaje sobrio y conciso de la búsqueda de la verdad judicial subraya la atención que Schirach fija en los crímenes cometidos por individuos corrientes, dejando que los hechos expongan la realidad con toda su crudeza.
Profundamente original, revelador y lleno de matices, Crímenes plantea el fascinante tema de la escurridiza verdad en los procesos criminales y reflexiona sobre el sentido del castigo, pero, por encima de todo, nos habla con proximidad del ser humano, de su miseria y también de su grandeza.
¡curiosidades! |
¡Os recomiendo esta entrevista realizada por Jacinto Antón en el diario
El País el pasado 9 de octubre de 2011!
Ferdinand von Schirach (Múnich,
1964) llega a la cafetería berlinesa en que nos hemos citado, en
Charlottenburg, con unos minutos de retraso y pone patas arriba el escenario
sugiriendo que hagamos la entrevista fuera, en la terraza -llueve, pero hay un
toldo-. Es un hombre juvenil y simpático, de sonrisa agradable y rostro franco (aunque
con unos inquisitivos ojos azul oscuro), que inmediatamente saca un cigarrillo
de una pitillera y lo fuma con deleite. Viste traje, pero con un polo negro.
Los primeros minutos se van en cortesías y datos biográficos, tiempo que
aprovecha para juzgar a su interlocutor. Con la gente que ha tratado, incluso
caníbales, le pareceré de buena pasta.
Le imaginaba mayor. Sí,
es que lo soy.
No, quiero decir por los
relatos de sus casos, su libro, da la impresión de una persona muy vivida, con
un gran conocimiento de la gente. Si haces muchos años derecho
criminal, acumulas más experiencias que una persona corriente. No hay otra
profesión en la que te metas tanto en la vida de los otros, a excepción, quizá,
de la de médico.
O policía. Sí,
también. Pero su conocimiento de las personas está más mediatizado. Si un
policía oye un grito, entra en una habitación y ve a un hombre con un cuchillo
en la mano inclinado sobre una mujer cubierta de sangre, tiene que tener claro
que el hombre es el asesino. El abogado debe decirse que parece el
asesino.
Déjeme decirle que
inicialmente era escéptico con su libro. ¡Un abogado que escribe de sus casos!
Y, sin embargo, el primer relato ya me dejó casi con lágrimas en los ojos. Esa
historia del anciano que mata a su mujer después de tantos años, esa mezcla de
desolación y bondad que impregna la historia... Gracias. Lo
curioso es que casos como ese no son raros. Todo el mundo intenta vivir
honestamente y hacer las cosas bien. Pero algunos llegan a una situación límite
y no pueden reaccionar de otra manera. No siempre se acaba en asesinato, pero
¿cuántas personas conoces a tu alrededor que sufren en su matrimonio y que no
se separan por motivos que vistos desde fuera parecen absurdos? Solo tenemos
esta vida, tan corta, y, sin embargo, la gente está dispuesta a ser infeliz.
Cuenta usted historias muy
tristes. ¿Cómo sobrevive a ellas? ¿Se ha vuelto duro, cínico? Jamás,
un cínico es alguien que ya no tiene vida, un pobre individuo. Entre los
abogados penales hay algunos que se han vuelto cínicos, pero no es la solución.
Hay que querer al ser humano si ejerces una profesión así. Al final, todo el
mundo tiene un lado oscuro y otro luminoso. Y tú tienes que ver el conjunto.
Cuando somos jóvenes tendemos a hacer juicios muy rotundos, pero la vida no es
así. Al hacerte mayor ves más facetas.
Con tanto matiz, ¿cómo
puede haber justicia?, ¿cómo practicar el derecho? Es difícil de
contestar. Sabemos que el cerebro de un suicida es igual que el del que mata
por amor. Uno puede elegir matarse o matar a su amante. A veces lo que pasa al
final es simplemente casualidad. Precisamente porque las cosas no son blanco o
negro es por lo que para los delitos no hay un castigo fijo. El juez tiene que
encontrar la medida de la culpabilidad. Establecer el grado de culpa. Averiguar
si alguien ha sido o no el asesino... eso se resuelve rápido. Lo otro cuesta
más. El abogado tiene entonces que poner en la balanza todos los elementos de
responsabilidad. En realidad, si hace bien su trabajo, el abogado es un buen
contador de historias.
¿Cree que existe el mal, el
mal en estado puro? No sabría decir. El mal es un territorio muy
oscuro, está detrás de una cortina, es algo que no podemos ver ni definir,
misterioso. Los juicios existen para dar nombre a esa cosa oscura. El hecho
horrible, si se traduce al lenguaje se hace comprensible y soportable. Así se
puede conjurar el horror.
Hay crímenes que no admiten
relativismo alguno. El nazismo... Hay crímenes que siguen siendo
horribles por mucho que los traduzcas en palabras, como los de los nazis. Los
crímenes políticos son injustificables e imperdonables. Son crímenes
planificados en un escritorio, fríos y organizados. Para mí, carecen de
interés. Tampoco me interesan los de los psicópatas, los enfermos, gente que
tiene límites mucho más bajos para la reacción afectiva que nosotros. Nosotros
vemos a una mujer desnuda y si es guapa nos alegramos, el psicópata necesita
arrancarle la piel para sentir la misma felicidad. Mucho relato policiaco trata
solo de eso, de un desorden mental: no me interesa. En una tercera categoría
están las personas normales que en algún momento salen de la sociedad, toman un
camino equivocado, un camino que les lleva a un lugar en el que el hielo se
resquebraja bajo sus pies. No se diferencian de nosotros, pero les pasa algo y
reaccionan así. Es difícil explicar lo que les pasa por la cabeza. Lo que los
lleva a asesinar. Pero muchas veces es una cuestión de grado. Si en una
discusión con tu pareja gritas, eso no está lejos de insultar, y de ahí a la
primera bofetada hay un recorrido no muy largo y no cuesta tanto pasar al
puñetazo.
Bueno, no serán tan
normales. Desengáñate, lo llevamos dentro todos.
En sus casos, no sé, el del
chaval que siente deseos de comerse a su novia y empieza por un cacho...
Dialoga usted con él con tanta ecuanimidad... Es la única manera
de sobrevivir, mantener la distancia. Los abogados temperamentales, pasionales,
los de las películas, en realidad no sirven. Hay que ser fríos porque si no te
perjudicas a ti y al cliente.
¿Está por encima de todo el
cliente? De ninguna manera, no, no. Es deber del abogado defender
al cliente y hacerlo de la mejor manera posible. Pero no es la misma relación
que tiene el pintor con su cliente, que si le dicen que pinte la habitación de
blanco lo hace.
Pero usted, si gana el caso
y el acusado era culpable, deja libre a un criminal. Nunca. Si el
tribunal sentencia que quede libre, ya no es culpable. El abogado no tiene que
buscar si el acusado es culpable o no; si lo hace, lo hace mal, esa no es su
función. O, al menos, no lo es en un Estado de derecho.
¿Eso no es retórica? Si
se miran bien los casos de mi libro se ve que cuando un acusado queda libre no
podemos estar seguros de que fuera en realidad culpable, aunque lo parezca. La
justicia se representa con los ojos vendados y una balanza. El abogado tiene
que poner todo lo que pueda en uno de los platos, porque el fiscal colocará
todo lo que sea capaz de poner en el otro. No sería justo que el abogado no se
empleara a fondo. Y como abogado estoy solo, mi única arma es mi cabeza. El
fiscal, en Berlín, tiene a 50.000 policías que investigan contra el acusado.
No me resisto a que me
explique lo del caníbal japonés. Issei Sagawa se comió a su novia
en París en 1981. Lo deportaron, lo declararon demente y lo ingresaron en un
psiquiátrico, de donde salió en unos meses porque se consideró que ya no le
haría daño a nadie más. Dijo que la carne humana sabe a atún. Hoy es crítico
gastronómico en Tokio.
En uno de sus relatos habla
de un comisario que recomendaba "sigan el dinero o el esperma", decía
que todos los asesinatos se explican por una cosa o la otra. Casi
siempre, en un 90% de los casos.
Después de esos 700 casos
criminales, ¿qué opina de la condición humana?
[Ferdinand von Schirach se toma
mucho rato para contestar. Mientras piensa, ensimismado con el vaso de Perrier
en la mano, tengo tiempo de mirar a la gente que pasa por la calle, a los
ocupantes de las mesas vecinas. Imagino lo que hay detrás de sus fachadas de
normalidad y me pregunto cuántos serán capaces de matar o incluso de comerse a
alguien. Me digo que la conversación me está afectando demasiado].
Todavía amo al ser humano. Es
parte de la condición humana convertirse en culpables de algo. No hace falta
llegar al crimen. Todos decimos mentiras, engañamos, somos crueles. La
culpabilidad forma parte del ser humano. El ser humano lo puede todo: crear lasVariaciones
Goldberg, los jardines de Monet, llegar a la Luna... Pero eso es
solo un lado de la moneda. Y también está el otro. Llega el momento en que dejas
de juzgar al ser humano. Nadie puede escapar a la culpa, es como respirar. Sin
ella seríamos santos, y los santos son muy aburridos. La culpa y lo que has
vivido te vuelven interesante.
Bueno, oír eso es muy
reconfortante. Así es [ríe].
¿Le ha dado su oficio una
actitud moral ante la vida?Probablemente. Todos extraemos una filosofía
personal de nuestra vida y nuestro trabajo. Lo importante es aprender a mirar
sin prejuicios. Recuerdo una vez que yendo en taxi, en un atasco, intimé con el
conductor, que me parecía un tipo insignificante, sucio y grosero. Resultó que
era un músico reconocido que había dejado el piano y había decidido ser
taxista. Pasamos una hora y media en aquel atasco hablando de Bach. ¡Lo que me
hubiera perdido de dejarme guiar por su aspecto! Otro axioma es que no debes
darte demasiada importancia a ti mismo. Es muy aburrido entretenerse con uno
mismo.
En todos los aspectos, si
me permite el chiste. ¡Ja, ja, ja!
¿Cuánto hay de literatura
en su libro? Todo es literatura, aunque solo sea por el hecho de
que un caso de homicidio ocupa 15 carpetas, y mi relato, unas pocas hojas. Las
carpetas son la realidad; lo otro, literatura. Lo interesante es que la
literatura resulta más verdad que la investigación. He cambiado nombres,
etcétera, por supuesto. Lo que queda es la esencia del caso.
Los relatos de 'Crímenes'
están escritos en primera persona. ¿Es usted el personaje? Cuando
uno escribe, siempre escribe sobre sí mismo. El abogado sirve de guía al lector
por las historias.
Sorprende percibir una nota
de humor en algunas de ellas... No puedes estar siempre serio, la
vida no es tan horrible, y hay que dar al lector alguna ocasión para que se
relaje.
¿Qué opinión le merece la
moda de novela negra? Admiro a los grandes clásicos del género,
los Chandler, Hammett. Los autores nórdicos tan leídos ahora me resultan
aburridos. Esos asesinos en serie que matan a 20 personas...
Pues este verano
escandinavo ha probado que eso no está lejos de la realidad. Es
cierto. De nuevo déjame decir que los psicópatas solo son enfermos y al final
no resultan interesantes. La forma de exhibirlos en el género es como en los
viejos circos con los monstruos. No digo en absoluto que autores como Mankell,
que es muy leído aquí en Alemania, no escriban muy bien, pero los casos...
Como abogado, ¿qué piensa
de la justicia en el III Reich? Durante el nazismo, la corrupción
de la justicia fue horrible y absurda. A los abogados judíos se les prohibió
ejercer, se crearon tribunales extraordinarios, se llegó a condenar a muerte
por el robo de un jabón.
En la posguerra no se
produjo una desnazificación de la justicia. Así es, no había cómo
sustituir a los jueces y a los abogados, ¿de dónde sacarlos? Mi primera novela,
que acaba de aparecer en Alemania, aborda el tema del juicio durante la
posguerra de los criminales nazis, a los que a menudo se impuso penas
ridículas.
He conocido a varias
personas descendientes de personajes del nazismo, la hija de Arthur
Liebehenschel, que fue comandante de Auschwitz; Katrin Himmler, sobrina nieta
de Heinrich Himmler...¿Cómo es Katrin?
Me parece una persona
encantadora. Está casada con un judío. Ha escrito sobre su familia. Trata de
entender. Está en contacto con otros descendientes de nazis. ¡Qué
horrible!
Y usted, ¿cómo lo lleva? No
suelo decir nada de eso en las entrevistas.
Baldur von Schirach tuvo
una hija, Angelika Benedikta, y tres hijos, Klaus, Robert y Richard. ¿Cuál es
su padre? Robert. Vaya, conoces a la familia.
¿Qué piensa de su abuelo? La
culpa de mi abuelo es indiscutible. Es de la primera categoría criminal que
hablábamos antes, la política. Si me preguntas por mi relación con él... según
los tribunales, la culpa es algo que solo se atribuye a una persona, no pasa de
padres a hijos. La culpa de mi abuelo es la culpa de mi abuelo. Yo tengo la
responsabilidad del apellido y te aseguro que me la tomo muy en serio.
¿Le influyó esa
circunstancia para hacerse abogado? No lo sé. Si lo hizo, fue
inconscientemente. En 500 años ha habido muchos abogados en mi familia.
¿Le atormenta la relación? No.
Es una responsabilidad como decía. De joven reflexioné mucho sobre ello. Si
tienes mi apellido, tienes que plantearte cuestiones muy fundamentales. Había
dicho que no hablaríamos sobre esto. Comprendo el interés, de verdad, pero
entiende: cuando mi abuelo salió de la cárcel, yo tenía dos años, y cuando lo
vi por última vez, seis. Tengo el recuerdo de un hombre muy delgado, con un ojo
tapado, que caminaba despacio y tenía una colección de bastones. No tengo
ningún contacto con otros familiares de nazis. Me resulta muy ridículo. La
biografía de mi abuelo no encaja en el grupo de los otros nazis, gente como
Goebbels o Himmler tenían un origen social muy diferente. La familia Von
Schirach siempre fue de clase alta, nada que ver.
A su abuelo uno lo asocia
más con Speer. Speer era un mentiroso. Estuvo presente en el
discurso de Himmler en Posen, donde este habló abiertamente del Holocausto, y
luego negó haber asistido para justificar su aseveración de que no sabía lo que
pasaba con los judíos. Mi abuelo estuvo en Posen, sabía lo de los judíos, sin
duda alguna.
Baldur von Schirach, hijo
de un noble jefe del regimiento de coraceros de la Guardia Prusiana
y director del Hoftheater de Weimar, que ya es mezcla, se casó con Henriette
Hoffmann, la hija del viejo camarada y fotógrafo personal de Hitler, Heinrich
Hoffmann. Hitler adoraba a Henriette y tenía en gran estima a Baldur, el más
joven y pijo de su séquito, que le dedicaba encendidos poemas y al que nombró
líder de las Juventudes Hitlerianas. Hizo de testigo en la boda de ambos (el
otro fue Ernst Röhm). Pero hubo un desencuentro. En el Berghoff, en 1943. ¿Qué
pasó exactamente? La historia es cierta. Mi abuela había
presenciado en Holanda una deportación de mujeres y niños judíos y se lo
reprochó cándidamente a Hitler. Este montó en cólera. Lo peor para mi abuelo es
que en ese momento, si no antes, debió apuntarse a la resistencia y no lo hizo.
Era su deber, era un aristócrata. De buena cuna por ambos lados. Su madre era
estadounidense, descendiente directa de los peregrinos del Mayflower...
Otro antepasado suyo fue
mayor en el Ejército de la Unión ,
perdió una pierna en Bull Run y formó parte de la guardia de honor en torno al
féretro de Lincoln. Nunca he entendido qué le atraía a mi
abuelo, un hombre de cultura, adinerado y con clase, de los nazis, de ese mundo
de cervecerías y brutalidad. La ambición supongo.
En Viena, sus abuelos
vivían una vida de gran lujo, como soberanos habsbúrguicos, rodeados de
porcelana y gobelinos, y consagrados a reactivar la vida cultural de la ciudad.
Me ha sorprendido saber que organizaban lecturas de versos de Stefan George, el
poeta que formó a los hermanos Von Stauffenberg y tanto influyó en Claus, el
autor del atentado contra Hitler del 20 de julio de 1944. Pero mi
abuelo nunca formó parte del círculo de George, que era como una secta.
¿Qué opina de Claus von
Stauffenberg? Un nieto suyo se sentaba a mi lado en la escuela,
somos amigos aún. Su apellido suena mucho mejor. No todo era perfecto en Von
Stauffenberg, pero, por orígenes y cultura, a mi abuelo le hubiera
correspondido estar de su lado el 20 de julio.
Baldur von Schirach
pronunciaba encendidos discursos contra los hebreos acusándoles de fomentar la
concupiscencia entre la juventud y tachándolos de peligro para la cultura
europea. En Viena, mientras dictaba la cultura de la ciudad, proporcionaba toda
la ayuda a las SS para la deportación de los judíos, hasta que en 1942 se
manifestó orgulloso de haber dejado la capital 'judenrein', limpia de judíos. Ópera
y deportación. No se puede pensar peor de él. Su culpa es tan grande que no
puede serlo más. Pero yo soy yo.
¡biografía! |
Ferdinand von Schirach |
Ferdinand von Schirach nació
en Múnich en 1964. Desde 1994 ejerce
como abogado defensor penalista en Berlín,
donde se ha ocupado de algunos de los casos más notorios de los últimos años en Alemania y que más
interés han suscitado en la opinión pública. Crímenes, su
primera obra literaria, se traducirá a
treinta idiomas, y está en ciernes una versión
cinematográfica.
¡si quieres saber sobre el autor y su obra visita el enlace! |
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